Girolamo Prigione 1921-2016

Girolamo Prigione muere a los 95 años de edad quien fuera el primer nuncio apostólico en México cuando las relaciones diplomáticas con la Santa Sede que se restauraron en 1992. Girolamo Prigione se convirtió el 2 de octubre de 1973 Pro Nuncio Apostólico en Ghana y Delegado Apostólico en Nigeria. Después, el 7 de febrero de 1978 recibió el encargo de Delegado Apostólico en México, y convirtiéndose en Nuncio Apostólico el 2 de octubre de 1992.

Girolamo Prigione, (Castellazzo Bormida, 12 de octubre de 1921 – Alessandria, 27 de mayo de 2016) fue un prelado italiano de la Iglesia católica. Prigione nació en Castellazzo Bormida y fue ordenado sacerdote el 18 de mayo de 1944. Fue nombrado arzobispo titular de Lauriaco así como nuncio apostólico de El Salvador y Guatemala el 27 de agosto de 1968.  Fue consagrado obispo el 24 de noviembre de 1968. También fue nuncio en Ghana y Nigeria. Posteriormente, fue nombrado delegado apostólico en México el 7 de febrero de 1978, convirtiéndose en el primer nuncio apostólico en México cuando las relaciones diplomáticas con la Santa Sede se restauraron en 1992. Se retiró el 2 de abril de 1997.

Girolamo… esta vez por Diego Petersen Farah

Informador Mayo 2016.- Hay entrevistas en las que como periodista te sabes derrotado. Sea porque las condiciones de realización no son las adecuadas, porque son muy controladas, o simplemente porque el entrevistado te gana todas. En ninguna me he sentido tan apabullado como con Girolamo Prigione, el artífice de las relaciones Iglesia-Estado y uno de los personajes más oscuros de la historia reciente de nuestro país.

Prigione llegó a México como delegado apostólico (al no existir reconocimiento de la iglesia no podía tener el título de Nuncio) en febrero de1978 con una encomienda: restablecer las relaciones entre México y el Vaticano rotas desde los años veinte, y lograr el reconocimiento y la existencia legal de la Iglesia Católica. Eran los últimos meses del papado de Pablo VI y el entonces secretario de Estado Vaticano, Jean-Marie Villot, tenía muy claro cuál era la agenda con México. Escogió para ello a un diplomático nacido en el Piamonte, al norte de Italia, de finas maneras y mano dura que había tenido ya experiencia en Centro América y África.

Desde que aterrizó en nuestro país, Prigione comenzó a tejer lo que a la postre sería una de las redes de poder más sofisticadas del México convulso de los noventa. Para lograr su objetivo no tuvo empacho es desarticular cualquier movimiento eclesiástico que fuera incómodo al poder, desde la iglesia más de avanzada de Méndez Arceo en Cuernavaca, Morelos, hasta el activismo pro democrático del obispo Talamás Camandari en Ciudad Juárez, Chihuahua. Anuló matrimonios de los poderosos, bautizó a sus hijos y nietos, y acercó al Papa Juan Pablo II con el poder político y económico de México. En sus casi dos décadas como delegado y nuncio movió a más de la mitad de obispos del país e hizo una iglesia mexicana a su imagen y semejanza. Pero el episodio más controvertido de esos años fue sin duda el par de entrevistas que sostuvo con los hermanos Arellano Félix, acusados de haber matado al cardenal Posadas. Con el argumento de que en la casa de dios entraban todos y a pesar de ser en aquellos momentos los hombres más buscados del país y quienes habían agraviado a la iglesia con el asesinato de un príncipe, el Nuncio los recibió en la nunciatura y se las arregló para que nadie los molestara.

Monseñor Girolamo Prigione no transmitía, como es de esperarse de un pastor de la iglesia, ningún sentimiento de paz o caridad humana. Era un político frío que emanaba poder y desconfianza. Tenía una capacidad inigualable para ningunear a sus semejantes (en aquella entrevista en 1996 describió al controvertido ecónomo de la diócesis de Tijuana que arregló los encuentros con los Arellano, el padre Montaño, como “un curita de pueblo” y al obispo Samuel Ruiz como “un obispo sin importancia al que la prensa ha magnificado”) y una habilidad natural para manejar los símbolos del poder.

Héroe o villano, benefactor o traidor de su iglesia, lo cierto es que con la muerte de Girolamo Prigione se fueron a la tumba muchos detalles de la historia del México de finales del siglo XX, entre ellos de lo que ocurrió en el aeropuerto de Guadalajara el 24 de mayo de 1993.

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